viernes, 12 de enero de 2018

Crash (Colisión)

Título original: Crash. Año: 2004. País: Estados Unidos. Género: Drama. Director: Paul Haggis. Guionistas: Paul Haggis y Robert Moresco. Intérpretes: Don Cheadle, Matt Dillon, Jennifer Esposito, Brendan Fraser, Ryan Phillippe, Thandie Newton, Sandra Bullock, William Fichtner, Terrence Howard, Ludacris, Michael Peña, Keith David, Loretta Devine, Shaun Toub, Kathleen York, Tony Danza.

Crash, también conocida por estos lares con el (sub)título Colisión, pasará a la historia del séptimo arte como la película que se hizo con tres Oscars (montaje, guión original y película; también fue nominada a otros tres: director, canción y actor de reparto, para Matt Dillon), pero sobre todo como la que le arrebató el principal de ellos (el de mejor película, claro; categoría a la que, curiosamente, ni fue nominada en los Globos de Oro, considerados antesala de dichos Oscars) a Brokeback Mountain, la cinta de vaqueros homosexuales (sí, sé que he simplificado el argumento de la manera más ridícula posible) dirigida con mano firme por Ang Lee (quien sí se alzó con el galardón correspondiente a mejor director). 

 
Paul Haggis, guionista de Million Dollar Baby, Banderas de nuestros padres (Flags of Our Fathers) y Cartas desde Iwo Jima (Letters from Iwo Jima), todas ellas dirigidas por Clint Eastwood, y creador de series como Rumbo al sur (Due South) o Walker, Texas Ranger (a mayor gloria de un Chuck Norris en horas francamente bajas), demostró con este trabajo ser un alumno aventajado de Robert Altman, ya que el mismo guarda ciertas similitudes con Vidas cruzadas (Short Cuts), de seguro la más memorables de las obras que nos ha otorgado el irregular director de Gosford Park y El juego de Hollywood (The Player). Ambas películas (esta Crash, y no la de Cronenberg, y la ya nombrada Vidas cruzadas) están ambientadas en Los Ángeles y cuentan entre sus virtudes con un muy eficiente reparto coral. Si bien, en la que nos ocupa tienen prioridad los temas raciales, aunque el director y guionista declaró en su día que la misma no trataba exclusivamente sobre la problemática racial, sino sobre algo más global: el miedo a lo desconocido, a lo diferente. De entre sus muchos protagonistas destacan un fiscal del distrito corrupto, interpretado por Brendan Fraser (en un papel pensado inicialmente para John Cusack), el que fuera protagonista de La momia (The Mummy), versión 1999, y sus dos secuelas; un policía racista (Matt Dillon; Drugstore Cowboy); otro mucho más idealista, al que da vida Ryan Phillippe (Heath Ledger fue uno de los actores tanteados para el rol), visto en películas como Nowhere, la ya nombrada Banderas de nuestros padres o Sé lo que hicisteis el último verano (I Know What You Did Last Summer); o el matrimonio de clase alta formado por Cameron (Terrence Howard; nominado al Oscar por Hustle & Flow) y Christine (Thandie Newton, de la serie Westworld). Don Cheadle (War Machine, aka Máquina de Guerra, en el UCM), Jennifer Esposito (la agente Jackie Curatola en la serie policíaca Blue Blood), Michael Peña (Ant-Man), Loretta Devine, ganadora del Emmy gracias a su participación en mi culebrón favorito de los últimos años, Anatomía de Grey (Grey’s Anatomy), Sandra Bullock (Demolition Man, Gravity, Speed, The Blind Side), William Fichtner (Prison Break), Tony Danza, popular gracias a las teleseries Taxi y ¿Quién es el jefe? (Who’s the Boss?), o el músico Ludacris completan tan mastodóntico reparto.


El guión, que además de con un Oscar se hizo, entre otros, con el premio Bafta, pone el dedo en la llaga y muestra cómo los actos de unos influyen sobremanera en la vida de otros, lo cual estaría muy bien si no cayera, por momentos, en sentimentalismos varios (cuando el personaje de Dillon rescata al de Newton poco después de cierto encontronazo bastante desagradable, la subtrama de la capa "mágica"…) que tienden a restar credibilidad a la(s) historia(s). Que pase de puntillas por muchos de los temas a tratar o no rasque, quedándose sólo en la superficie, en muchos otros, tampoco juega a su favor. La falta de profundidad sería, quizá, el mayor pero que se le puede poner a esta película coral nacida para narrarnos distintos problemas sociales desde (siento repetirme) distintos puntos de vista; cuyo extenso reparto trata de dar lo mejor de sí (lográndolo la inmensa mayoría de ellos) y con un par de evidentísimos puntos fuertes: su fresca y fluida narración y sus, más que evidentes, buenas intenciones. Haggis no logra aquí la madurez explicativa/narrativa de la obra cumbre (lo siento, M.A.S.H.; lo siento, Nashville) de Altman; su película tampoco exhibe ese halo de tristeza y desesperanza, siendo mucho más “optimista” e incluso blanda; ni siquiera resulta la mitad de ambiciosa. Digamos que podría ser su versión “para todos los públicos”; mucho más accesible; mucho más fácil de digerir (e incluso disfrutar). Pero, la pregunta a hacerse (o que todo el mundo se hace) es: ¿merecía Crash dicho Oscar a mejor película? Servidor opina (que es básicamente a lo que me dedico por aquí) que de seguro hubo muchos otros trabajos que lo merecieron por encima de éste (y no sólo me estoy refiriendo a la cinta de Ang Lee), pero, y visto con la (terriblemente útil) perspectiva que nos da el paso del tiempo, lo cierto es que tampoco me parece la peor de las decisiones que ha tomado la academia de Hollywood (será que tengo mucho más reciente el agravio pergeñado contra la maravillosa La La Land). En su día sí me molestó un poco, pero más por lo que hubiese significado que una película como Brokeback Mountain se hiciese con tan relevante galardón. Lo dicho, resulta imposible que una cinta como Crash pueda molestar, por mucho que tampoco estemos ante una de las que deja poso imperecedero (a pesar de que ésa parezca su intención; al menos si tenemos en cuenta los temas que toca o, aunque puedan ser consideradas causas ajenas a sus máximos responsables, los reconocimientos obtenidos) en el espectador (al menos en el que esto escribe). Curiosidad: conoció una adaptación televisiva, en formato serie, que se canceló (habiendo estado en antena dos temporadas) tras el fallecimiento de su estrella principal, Dennis Hopper.

Lo mejor: Su (extensísimo) reparto y sus buenas intenciones. Viene a demostrar que una película pequeña (¡costó unos ridículos 6,5 millones de dólares!) puede aspirar a grandes logros.

Lo peor: Que no profundice en casi ninguna de las muchas historias que nos narra. También su edulcorado y autocomplaciente desenlace.

Puntuación: 7/10.

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