Título original: The Wrestler. Año:
2008. País: Estados Unidos. Género: Drama. Director: Darren Aronofsky. Guionista: Robert Siegel. Intérpretes: Mickey Rourke, Marisa Tomei, Evan Rachel Wood, Mark
Margolis, Wass Stevens, Todd Barry, Ernest Miller, Judah Friedlander, Ajay
Naidu, Mike Miller.
Este trabajo parece hecho a la
medida de su protagonista (un Mickey Rourke que renació, cual ave fénix, tras
varios años disolutos y llenos de películas muy menores, cuando no terribles),
ya que es imposible imaginarse a otro actor capaz de dar vida al luchador (en
todos los sentidos) del título. Por eso tiene gracia que el estudio quisiera
para el papel a Nicolas Cage (Seriously?) o que el propio Aronofsky tuviese que luchar tanto para lograr que el bueno de
Rourke se hiciese con él.
El actor interpreta a Randy Robinson, quien se gana la vida compaginando su
trabajo en un supermercado con su gran pasión: la lucha libre (profesión en la
que se hizo un nombre años ha). Pero su cuerpo no parece resistir más golpes y
nuestro protagonista buscará consuelo tanto en una amable stripper, Cassidy
(Marisa Tomei), como en su hija, Stephanie (Evan Rachel Wood), con la que
apenas ha tenido contacto.
Nadie como Aronofsky para desmitificar y mostrar las miserias humanas (en esta
cinta hace especial hincapié en las carencias afectivas), bien sea a través de
distintas adicciones, las que sufrían los protagonistas de Réquiem por un sueño (Requiem for a Dream), o por otros problemas
más psicológicos, como ocurría en la maravillosa Cisne negro (Black Swan). Eso por no hablar del poder visual que
destilan sus trabajos (yo, personalmente, siento debilidad por su uso del travelling “persiguiendo” a sus actores.
Además, cuenta con unos intérpretes entregados a su labor (Tomei vuelve a
demostrar, por enésima vez, lo magnífica actriz que es). Dicho esto, tan sólo
apuntar como pequeño defecto la condescendencia que muestra el director para
con sus personajes (véase la camaradería extrema que se profesan los distintos
luchadores). Tiene gracia, jamás habría pensado que una película sobre uno de
esos luchadores cuyos programas televisivos no soportaba de crío (y de no tan
crío) pudiese llegar a fascinarme tanto.
Lo mejor: El guión, la dirección y el trabajo de los actores (tanto Rourke como Tomei fueron nominados al Oscar; él en la categoría de actor principal, ella en la de actriz secundaria).
Lo peor: Su duración. Por decir algo.
Puntuación: 8,5/10.
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