sábado, 21 de febrero de 2015

Dos hombres y medio (Serie TV)

Título original: Two and a Half Men. Años: 2003-2015 (12 Temporadas). País: Estados Unidos. Género: Comedia. Creadores: Chuck Lorre y Lee Aronsohn. Intérpretes: Charlie Sheen, Jon Cryer, Angus T. Jones, Ashton Kutcher, Conchata Ferrell, Holland Taylor, Melanie Lynskey, Courtney Thorne-Smith, Jennifer Taylor, Amber Tamblyn.

Reconozcámoslo, el personaje de Charlie Harper (un compositor de jingles, mujeriego y adicto a todo lo que el ser humano puede ser adicto) le iba como anillo al dedo al siempre díscolo hijo de Martin Sheen. Y ya de paso reconozcamos que él era el alma (es un decir) de la serie y que la misma sin su presencia (la abandonó, o le obligaron a abandonarla, tras varios altercados, en 2011 y Ashton Kutcher, uno de los peores actores del Hollywood actual, acabó siendo su triste sustituto) no valía un pimiento (¡pero si hasta el capítulo final gira en torno a su personaje!; y eso que el actor rechazó participar en el mismo).

 

Pero vayamos por partes. Esta popular sitcom finalizaba su andadura televisiva el pasado 19 de febrero tras doce temporadas de lo más fructíferas (convirtiéndose así en una de las telecomedias más longevas de los últimos años). Doce temporadas en las que tuvimos un poco de todo: las primeras se centraban en el día a día de un tipo hortera y mujeriego (al que daba vida Sheen, claro); su poco afortunado (en el amor y en todo) hermano, Alan (Jon Cryer); y el tontorrón hijo de éste, Jake (Angus T. Nelson); y en cómo la vida de todos ellos cambiaba cuando los segundos se iban a vivir con el primero. Las siguientes, y tras la desaparición de Charlie, en la convivencia entre padre, hijo y un multimillonario (Ashton Kutcher) que compraba la casa de la playa del desaparecido. Casa en la que seguirían viviendo TODOS…


Digamos que Dos hombres y medio era ese tipo de serie que te topabas haciendo zapping y te quedabas tranquilamente a verla. Daba igual el capítulo que estuviesen emitiendo, la línea argumental, más allá de algún amor ocasional, no era demasiado importante. Tampoco ofrecía grandes chistes o gags memorables, pero ver a Charlie Sheen haciendo de una especie de versión hiperdimensionada de sí mismo tenía su gracia. Sin él, con Kutcher de sustituto, con el personaje de Cryer cada vez más insufrible (ya no sólo era el eterno perdedor, también era un ser de lo más rastrero y miserable) y con guiones cada vez más estúpidos (se sacaron de la manga a una hija secreta de Charlie, a la que daba vida Amber Tamblyn, y con la que nunca supieron muy bien qué hacer; los chistes de pedos y vómitos se multiplicaron por mil; el bochornoso personaje de Courtney Thorne-Smith, interés amoroso de Alan, comenzó a tener más protagonismo del merecido) la serie acabó siendo otra triste comedieta sin chicha ni gracia. No es que con Charlie fuese una maravilla, pero al menos no era el esperpento de malos y desgastados clichés en que acabó convertida.


También es cierto que muchas veces era más interesante lo que pasaba tras las cámaras (la muy publicitada salida de Sheen; sus “peleas” con Chuck Lorre, creador de la serie; la marcha de Angus T. Nelson y sus no muy afortunadas declaraciones posteriores poniendo a caldo la serie que le dio fama y fortuna). En fin, dudo mucho que el bueno de Sheen encuentre otro papel a su medida como el de Charlie Harper. Y es una pena. P.D.: Holland Taylor, como la arisca matriarca de los Harper, se merece, mínimo, una mención especial.

Lo mejor: Charlie Sheen.

Lo peor: Ashton Kutcher y los guiones, sobre todo a partir de que Sheen desapareciera del mapa.

Puntuación: 5,5/10 (con Charlie); 2,5/10 (sin Charlie).

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